martes, 17 de abril de 2012

Recordamos: River 3-1 Instituto (2006)




(Clarin 2006) Farías te paga en el acto: pateó dos veces al arco y las dos terminaron en gol. Con esos gritos, el Tecla sacó ventaja en la tabla de goleadores. Tiene 11, tres más que Agüero.



Andaba perdido, desconectado, fuera de órbita. Encerrado entre Sanchírico y Lobos, corría, iba, venía, pero la pelota no le pasaba ni cerca. Mareque y Ferrari se cansaban de tirar centros para que cabecearan los marcadores centrales. Pudo ganar en uno, pero sin generar más que una segura salida de Carranza, el arquero que no conocía y al que casi ni le vio la cara. Porque Ernesto Farías, de él se escribe, apareció en el segundo tiempo, cuando el arco de Instituto ya tenía otro guardián. Y su aparición fue letal: la primera vez que pateó al arco fue gol. Y la segunda, también.

Pobre el pibe Cervetti, justo le tocó debutar de apuro y encima se cruzó con el goleador del Clausura. Un goleador que viene cargado, porque con el doblete ya suma 11, su mejor marca en un torneo con la camiseta de River, y le lleva tres al Kun Agüero.

¿Si jugó el Tecla? El equipo controlaba la pelota, la toqueteaba de un lado para el otro, pero a Farías no le llegaba como para definir. O él no se podía generar la oportunidad. Pero "así son los goleadores", repitieron los relatores cuando el delantero tuvo la primera chance de probar al arco. Porque después de que Lobos le cometiera el penal (pase de Zapata, el gran socio que encontró en este semestre), el Tecla apuntó por primera vez a los tres palos y no falló. Definió suave, al ras del piso y a la izquierda del arquero para tranquilizar a sus compañeros, al cuerpo técnico y a los hinchas que cada vez estaban más impacientes al ver que River no podía quebrar el maldito 1-1.

Pasaron diez minutos hasta que Montenegro pateó ese córner y la jugada preparada salió perfecta: cabezazo de Gerlo al segundo palo, aparición por sorpresa de Higuaín para meterla otra vez al medio y definición de Farías. Sí, de nuevo el Tecla, aunque esta vez de zurda, a pura efectividad. Dos tiros, dos goles. ¿Qué más se le puede pedir? Con apariciones así, se le perdona que ande perdido en el resto del partido. Al 9 no se lo puede descuidar por más que parezca que tiene una mala tarde, porque cuando le queda una, no perdona.

En este Clausura tiene un promedio de un gol por partido, ya que convirtió 11 en la misma cantidad de juegos. Ya gritó cuatro más que en cada uno de los otros dos torneos locales que disputó con River y está a uno de su mejor marca, en el Apertura 03, cuando festejó 12 con la camiseta de Estudiantes.

Si sigue pagando en el acto, no hay dudas de que romperá su propio récord. Porque tiene los pies calientes. Patea y la mete.

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